A continuación, uno de los capítulos de mi libro-guía, "El candidato ganador"(Cómo organizar campañas electorales para ganar unas elecciones - Marketing Político).
No entendía como en aquellas
urnas podría haber tan pocos votos. Trabajáramos como auténticos esclavos
durante meses. Miles de quilómetros recorridos entre taza de café, papeletas
blancas y sueños rotos. Pero aquella tarde empecé a comprenderlo todo. El Volvo
gris de Antonio Jesús se detuvo a un lado de la carretera, cuando yo esperaba
en la parada del autobús. Se ofreció a llevarme, y recibí una interesante
charla gratuita y que me marcaría para siempre.
Después de aquel encuentro
quizás fortuito, entendí que la clave está en un análisis riguroso, en
priorizar los objetivos y medir adecuadamente los tiempos. El veterano concejal
socialista no tenía una bola mágica ni era adivino, pero jugaba con ventaja.
Conocía su distrito como la palma de la mano, e incluso se atrevía a enumerar
los votantes que tenía en cada calle. Y sus inquietudes.
Detrás de los globos, la
empanada y los mecheros, estaba el quid de la cuestión. El conocimiento del
terreno, y el contacto directo con el ciudadano, cada día. No solo durante las
elecciones. Habíamos trabajado muchísimo pero malgastando nuestras energías.
Puedes acabar extenuado después de pegar doscientos carteles de tu candidato
que posiblemente no te darán un solo voto, solo imagen. En cambio, ese tiempo
invertido en un “canvassing” selectivo podría darte un puñado interesante de
papeletas a tu favor. De los carteles podrían ocuparse otros. Aprendí la lección.
En cierto modo, perdiendo había ganado.
Pero todo tiene un origen y si
yo era parte de la dolorosa derrota de aquellas elecciones de 1995, era porque
con 21 años ya tenía alguna inquietud. Seguramente hoy no me hubiera metido en
un berenjenal de aquella magnitud.
Quizás la culpa de todo esto
la tuviera mi padre. Era una de esas personas que formaban parte de esa “tribu
extraña” en especie de extinción, que por ideología o simpatía dedicaba su
tiempo, y una parte de sus recursos, a dejarse la piel por una siglas.
Desde muy pequeño asistí, a su
lado, a todo tipo de reuniones políticas que me fueron influenciando y
despertaron mi curiosidad. A escuchar uno también se acostumbra, y algo va
aprendiendo a base de observar. El olor
a cola, los coloridos panfletos electorales, y las visitas de reconocidos
políticos, fueron alimentando el subconsciente, y tantas anécdotas infantiles,
que como incansables albañiles, fueron construyendo un edificio dentro del
alma, que fue imposible de ser derribado por el constante viento de los años.
El problema está en que un día
decides saltar a la arena y lidiar con los toros, pero en la plaza de la
política tampoco se andan con chiquitas. En los primeros años conocería la
pureza de la política. Todo lo malo lo vería más adelante. Y te confieso que
esas embestidas duelen. Y dejan cicatrices imborrables.
Posiblemente tú ya estés
curado de espantos y solo quieras saber si en las entrañas de este libro hay
algo válido para tu proyecto. Estoy convencido de que sí. Si eres novato, no te
voy a desanimar, y te emplazo a seguir luchando por tus sueños. No es un libro
científico ni de teoría política. Es un cuaderno de experiencias. Lee con
atención y saca tus conclusiones. ¿Estás preparado? Comenzamos el viaje.
“El candidato ganador” (Cómo organizar campañas electorales para ganar unas elecciones - Marketing Político) se puede adquirir en Amazon. Si tienes algún problema contacta con elvencomunicacion@gmail.com
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